Una etiqueta, según el diccionario de la Real Academia Española, es una “pieza de papel, cartón y otro material semejante, generalmente rectangular, que se coloca en un objeto o en una mercancía para identificación, valoración, calificación, etc.
Es importante conocer la evolución que ha ido teniendo el etiquetado a lo largo de los años para prever los posibles cambios e innovaciones futuras.
Para hacer referencia a las primeras etiquetas impresas debemos retroceder hasta más de cuatrocientos años. En esa época, se imprimían etiquetas en papel producido a mano con tipografías en relieve o imágenes talladas en madera o metal.
No fue hasta principios del siglo XX que aparecieron las etiquetas de botellas similares a las que conocemos hoy en día. Dichas etiquetas se han introducido en el mercado gracias a las primeras prensas de bobina estrecha para imprimir cinta encolada y autoadhesiva.
No obstante, hasta finales del siglo XX, gracias al avance de la tecnología, no comenzó la comercialización de las etiquetas autoadhesivas. Su aceptación fue muy buena entre los comerciantes ya que a finales de la década de los años 70 este tipo de etiquetas ya habían conseguido una cuota del 7 % del mercado europeo. En la actualidad, ya cuenta con más del 60% de cuota de mercado.
Las empresas son conscientes de la relevancia que tiene la marca corporativa a la hora de vender un producto. Por eso es muy común que las grandes empresas y marcas piensen y estudien mucho los requisitos que han de tener las etiquetas, así como las técnicas de impresión utilizadas para darle más notoriedad y valor al producto.
En definitiva, las etiquetas de botellas son el elemento diferenciador de un producto de otro de características similares.
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